Gimnasia Rítmica como modo de vida.
https://www.youtube.com/watch?v=823m7bqkwn0&feature=youtube_gdata_player
En todo hay un principio. Un principio en el que hay un manojo de nervios. Esos segundos en los que la adrenalina te supera esperando tu turno, o esos segundos en los que tarda la música en empezar a sonar para nosotras poder comenzar a volar y, así, demostrar a la gente lo que llevas dentro: emoción, sentimiento, ternura, pasión, dulzura... fuerza.
Desde que se pisa el tapiz hasta que se sale,
sonrisa eterna que se saca con toda la fuerza del mundo. Porque sí, en ese
momento es cuando se demuestra todo lo que se sabe, todo el esfuerzo y todas
las caídas que han sido necesarias hasta llegar a, casi, la perfección.
La satisfacción que produce hacer bien algo que
te gusta y por lo que has luchado no se puede explicar. Yo creo que en todas
las gimnastas hay un mismo sentimiento que nos une, de alguna manera, y nos da
fuerza. El apoyo entre unas y otras es lo mejor que puede ocurrirnos para
llegar alto, para saber que sí, que se puede hacer, para no aceptar un "no
puedo" por respuesta definitiva, sino un "lo seguiré intentando hasta
que lo domine y por fin sea mío".
Al salir al tapiz los nervios se transforman en coraje para salir a
comerse el mundo y todo lo que se ponga por delante.
Es duro abandonar un tapiz para siempre después
de mucho tiempo, tanto como abandonar lo que más se quiere y necesita. Esas
ansias de volar nos hace continuar hasta el final y romper los muros que nos
separan de nuestro objetivo y los esquemas de los que no confiaban en ti.
En todo
hay un principio... Y un final aunque nunca se acabe en nuestro corazón.

